El gabinete del coleccionista, Museo Lázaro Galdiano

El gabinete del coleccionista en el tercer piso, en el que se exhiben monedas, textiles, armas, medallas, marfil, esmaltes … En resumen, y como dice el nombre de este piso, las habitaciones que veremos a continuación reúnen una muestra de todos Esas colecciones.

Debido a la gran cantidad que atesoraba José Lázaro Galdiano, muchos de ellos se recogen en cajones debajo de las vitrinas que los visitantes abren por su cuenta para observarlos. Esto también demuestra la gran cantidad de objetos con los que se hizo. Formado por objetos que vale la pena observar con todo detalle Y con esta idea se han organizado los expositores de todo el gabinete, donde los visitantes pueden abrir la mayoría de los cajones para encontrar en ellos una gran cantidad de piezas que componen esta colección de colecciones.

Aquí exhibió el Museo Lázaro Galdiano. Las pinturas dan paso a otros tipos de objetos. La armería se destaca en la sala 20, en la que se exponen las armas de combate, caza o blancas.

El resto de las salas de exhibición conserva piezas de marfil, madera, monedas, vidrio o cerámica. Una colección de textiles de diferentes épocas y nacionalidades pone fin al recorrido por el Museo Lázaro Galdiano, un santuario al que tienen que viajar tanto los amantes del arte como los curiosos que tienen una mañana libre durante su visita a Madrid. Su exposición le permite entrar en el corazón y el espíritu de un coleccionista nato que legó toda su herencia para el disfrute de quienes la conocen y, sobre todo, la admiran.

Sala 20:
Arsenal
Comenzamos con la Sala 20: «Armería», donde se exhibe una buena parte de la colección de armas que Lázaro Galdiano atesoraba. Las piezas se ordenan según su uso, pudiendo así ver armas de caza (ballestas, plumeros, arcabuces, machetes y cuchillos de montería, etc.), blancas (dagas, espadas, estoque, estiletes, etc.), de combate, orientales, civiles, etc.

Mirando de cerca, podemos ver que algunos de ellos están estampados con escudos nobles, siendo otros, también, hechos con materiales ricos por armeros como Esquivel, Zuloaga, Usatorre y Zelaya, entre otros.

Sala 21:
Esmaltes, planchas y bronces. Madera. Marfil
Aquí esmaltes policromados, planchas y bronces, donde prevalecen los objetos del arte suntuario. Por lo tanto, veremos piezas francesas hechas en el taller de Limoges (civil y religioso), como varios arcos y una copia de la conocida como la Caja del Tesoro de Saint Aignan de la Catedral de Chartres, además de cinco magníficos bustos de relicarios que se hicieron para el conde de Monterrey en 1632, entre otras obras interesantes.

En segundo lugar, hay objetos de madera, especialmente aquellos destinados al arte de lujo, como varios bajorrelieves que destacan por la belleza de las tallas datadas entre los siglos XV y XIX, pequeños muebles, esculturas, etc. Vale la pena mencionar que, aunque la mayoría de los objetos son originales, la colección también tiene algunas reproducciones historicistas. Asimismo, también puede distinguir entre algunas obras de escuelas extranjeras y otras realizadas en la escuela de español.

Finalmente, en el centro hay un escaparate en el que se exhiben varias piezas hechas en marfil, que en su mayoría son réplicas historicistas, aunque también hay algunas obras originales de diferentes escuelas y épocas. De estos, podemos destacar los dípticos y las diferentes imágenes marianas realizadas en la escuela gótica de París, así como la llamada «Copa de las Artes», varios arcos de origen islámico y otros de estilo bizantino. Del mismo modo, hay algunas piezas cuyo material es el hueso, como un ataúd hecho con placas a principios del siglo XV en el taller de Embriachi, en Italia.

Sala 22:
Materiales de piedra y terracota. Bronces. Monetario. Medallero
Hay dos vitrinas que muestran obras hechas de piedra y materiales de terracota, de las cuales se destaca el retrato del emperador Lucio Vero, del siglo II a. un conjunto de piezas de alabastro; dos bustos neoclásicos, uno de ellos realizado por AJM Romagnesi; un jefe de la era del fauno renacentista; y varias terracotas entre los siglos XVIII y XIX firmadas por Venancio Vallmitjana, Claude Michel Clodion y Jean Baptiste Carpeaux.

Por otro lado, otras dos vitrinas exhiben una buena cantidad de obras de la colección de bronce del museo, con piezas dedicadas al mundo ibérico y clásico, así como otros objetos hechos en este material, como candelabros, aquamaniles, una gran copa persa , etc. Entre las obras basadas en modelos clásicos y renacentistas, podemos mencionar el «Perseo» de Cellini, o la «Madonna de Brujas» de Miguel Ángel. Asimismo, también hay algunas piezas originales de pequeño tamaño y bronces italianos y franceses del siglo XIX, entre los que se encuentran obras de Ferdinand Barbedienne y Louis Kley. Finalmente, vale la pena detenerse en el estante inferior, donde encontraremos el set «Le déjeuner fleuri», que adornaba la mesa del comedor de Don José Lázaro Galdiano y Doña Paula Florido, hecha por Léo Laporte-Blairzy.

A continuación, está la colección de monedas, formada por más de trescientas piezas de oro y plata que van desde el mundo griego hasta el siglo XIX, entre las que destacan las de la antigüedad, la Edad Media y el Renacimiento. La ordenación elegida para su exposición ha sido por países y épocas, pudiendo ver casi toda la colección en los expositores y en los cajones, sin que estos sean abiertos por los visitantes, donde también hay otras piezas, como como un buen número de llaves

Finalmente, tenemos el medallero, con alrededor de mil piezas que nos muestran el interés especial que Lázaro Galdiano tenía por las medallas conmemorativas. Entre ellos, destacan los realizados por artistas del Renacimiento, como Mateo de Pasti, Leoni, Guillaume Dupré o Pisanello, entre otros. En cuanto a las obras españolas, destacan las de Tomás Francisco Prieto y Gerónimo Antonio Gil.

Sala 23:
Plata. Cerámica
La colección de objetos de plata, donde se exhiben obras originales y réplicas del siglo XIX, como imitaciones de vasijas romanas de los tesoros de Boscoreale y Tivoli. Algunas piezas de la época medieval y renacentista también merecen nuestra atención: relicarios, dos cálices y otros objetos de arte religioso, así como un conjunto civil de vasos y copas, fuentes, etc., de los siglos XVI al XVIII.

Por otro lado, está la colección de cerámica, que, como la anterior, tiene originales e imitaciones de otros modelos, como ánforas griegas, mayólica italiana, loza y cerámica de Teruel, Cataluña, Talavera y Alcora. Del mismo modo, también hay algunas piezas de cerámica islámica y oriental. Si abrimos los cajones, podemos ver un mosaico de Granada y una selección de azulejos realizados en Toledo, Sevilla y Valencia.

Finalmente, en el escaparate central encontraremos varias piezas de diferentes servicios de mesa que fueron utilizados por la familia Lázaro-Florido desde 1909. Por un lado, se exhiben elementos de la llamada «vajilla verde»; éste, realizado en la fábrica W. Guérin (Limoges) hacia 1903, cuenta con las iniciales de Don José Lázaro y Doña Paula Florido.

Alrededor del mismo año es la cristalería, posiblemente de Saint Louis, y los cubiertos, hechos por Arthus Bertrand & Beranger. Por otro lado, se muestra la llamada «vajilla verde», encargada de fabricar Pillivuyt (París) alrededor de 1890, que muestra las iniciales de Doña Paula Florido y su tercer esposo, Don Rodolfo Gache. A su lado están los cubiertos y un juego de té, hechos por Christofle alrededor de los años 1890 y 1881-1888, respectivamente. Una cristalería hecha por Baccarat a finales de los años ochenta del siglo XIX completa el conjunto.

Sala 24:
Textil
El conjunto ha sido organizado de acuerdo a los diferentes centros de producción textil que han estado a lo largo de los siglos. De todo esto, destacan las sedas hispano-musulmanas y del Mediterráneo oriental; algunas piezas de Persia, China y Japón; y telas europeas de los siglos XV y XVI. Asimismo, destaca una colección de textiles de la época de los Reyes Católicos, como los terciopelos italo-españoles y la seda nazarí. A partir de este período, un terciopelo merece nuestra atención con los escudos de Felipe «el Hermoso» y Juana I, el llamado «Capillo del Príncipe Don Juan» y el llamado «Casulla cardenal Cisneros».

Biografía
José Lázaro y Galdiano (Beire, Navarra 1862 – Madrid 1947) fue editor, bibliófilo y coleccionista de arte. Estudió derecho en Valladolid, Barcelona y Santiago de Compostela e inició una carrera en periodismo. Comenzó como crítico de arte y cronista del periódico barcelonés «La Vanguardia». Cuando se mudó a Madrid, a fines de 1888, fundó su propia compañía editorial, llamada La España Moderna, y comenzó su colección de arte, que ya había adquirido importancia a fines del siglo XIX.

En Roma, 1903, se casó con una dama argentina llamada Paula Florido y Toledo (1856-1932). Al año siguiente, la pareja de recién casados ​​se embarcó en el proyecto de construcción del palacio «Parque Florido», el museo en el que Lázaro albergaría su colección, que se enriquecía cada vez más con las compras continuas que realizaba Lázaro con el apoyo financiero. de su esposa

El estallido de la guerra civil obligó a Lázaro a abandonar España. Se fue a París, donde residió y formó una nueva colección. En 1940 se mudó a los Estados Unidos, continuando allí su compra de piezas de arte. En 1945, Lázaro regresó a Madrid y comenzó a instalar todas esas piezas adquiridas en París y Nueva York en el palacio del Parque Florido, junto con sus antiguas posesiones. De este modo, formó la que probablemente sea la mayor colección privada de arte de España.

Coleccionista de arte
Las colecciones que José Lázaro reunió a lo largo de su vida incluyen unas 12,600 piezas de los más diversos géneros artísticos, siempre dentro del arte clásico (Lázaro no coleccionó arte de su tiempo) y muy centrado en el arte español, cuya herencia luchó por mantenerse en España, en ante la presión significativa de coleccionistas y museos internacionales. En esta faceta de promover la conservación del arte español, mantiene un paralelo interesante con el coleccionista estadounidense Archer Huntington, fundador de la Sociedad Hispana de Nueva York.

Destaca su excelente galería con más de 750 pinturas en las que destaca la representación de la pintura española con autores que van desde el Renacimiento hasta el Romanticismo como: Sánchez Coello, El Greco, Zurbarán, Ribera, Murillo, Velázquez, Carreño de Miranda, Mateo Cerezo, Claudio Coello, Luis Paret, Goya (de quien la colección es una referencia muy relevante) o Leonardo Alenza … y en el que la colección de tablas góticas y el primer renacimiento español pueden considerarse entre las mejores del mundo.

La colección de pintura también incluye una interesante representación de la escuela de inglés: Peter Lely, Reynolds, Constable o Romney … así como los primitivos flamencos y alemanes, con obras tan importantes como Meditaciones de San Juan Bautista de El Bosco. Una de las pinturas más singulares de la galería de arte es la pintura anónima del Renacimiento The Teen Savior, que aunque actualmente se atribuye a uno de sus discípulos, pasó por muchos años para ser la única pintura de Leonardo da Vinci en España.

Su faceta bibliófila se refleja en piezas notables de su biblioteca, como la incunable L´Antiquité Judaique de Flavio Josefo, fechada entre 1460 y 1470, el Libro de Horas de Gian Giacomo Trivulzio, la obra milanesa de aproximadamente 1500, o el Tratado de la Pintando Sabia por Fray Juan Ricci, sin olvidar una de las joyas bibliográficas que reunió: el libro de descripción de retratos verdaderos, de hombres ilustres y memorables, manuscrito autógrafo de Francisco Pacheco, maestro y suegro de Velázquez y uno de Los grandes teóricos españoles del siglo XVI. Cabe señalar que a su excelente biblioteca agregó alrededor de mil libros del de su gran amigo Antonio Cánovas del Castillo, que adquirió después de su asesinato en 1897, así como su archivo.

También son importantes las colecciones de esculturas y otras artes decorativas como esmaltes, marfiles, orfebres, bronces antiguos y renacentistas, joyas, armaduras, muebles, cerámica y cristalería.

Experto en arte
José Lázaro utilizó una nueva estrategia de promoción personal: el culto a la propiedad artística como un mito aristocrático. Interpretar el coleccionismo como una construcción intelectual noble, estableciendo conexiones ideológicas entre el estatus social y la colección de ciertos artefactos artísticos o culturales, que adquirirían un valor simbólico y servirían para acompañar ciertas prácticas sociales.

Regulares de Biarritz, Deauville y establecimientos termales de moda, donde toda la familia se mudó, ambos cónyuges compartieron la exquisita pasión por coleccionar, su conocimiento del mercado internacional del arte y su gusto por las joyas valiosas.

Su importante fortuna común les permitió construir su hogar en Madrid en el palacio Palacio Florido, en estilo neorrenacentista (en flagrante contraste con el estilo modernista que José conoció recientemente en Barcelona). Lo decoraron con materiales nobles y se convirtieron en la sede de sus colecciones de objetos preciosos. Diseñado en 1904 por el arquitecto José Urioste Velada, sus planes fueron modificados, de acuerdo con las laboriosas instrucciones del propio Lázaro, por los arquitectos Joaquín Kramer y Francisco Borrás, que siguieron en la dirección de las obras hasta su conclusión en 1908. Los techos de la Los ambientes fueron pintados, en Óleo sobre lienzo, por Eugenio Lucas Villaamil. Para el visitante tenía la atracción adicional de tener luz eléctrica y un ascensor (dispositivo desconocido en Madrid).

Los Lázaro abrieron sus salas a la abrumadora y competitiva vida social de Madrid, ofreciendo fiestas continuas, incluso beneficiosas, a la sociedad opulenta y ociosa de la Restauración Monárquica en decadencia. Las reseñas sociales de periódicos como La Época, El Heraldo y ABC están llenas de citas a estos Saragos en los que el arte era admirado, comía, bebía té, champán y jugaba al bridge. El mismo día de su inauguración (29 de mayo de 1908) cedió la visita de la tía del rey, la Infanta Eulalia, acompañada de sus hijos y un numeroso cortejo para admirar sus antigüedades.

Al igual que los papas y algunos príncipes legos, la vida cotidiana de Lázaro se desarrolló prácticamente entre objetos preciosos y piezas únicas, cuya colección se justificaba no solo por el efecto de su valor intrínseco sino por la relación que sus dueños mantenían con ellos. En 1913 su colección de pinturas se había ampliado a 466 obras. Esculturas, armas, medallas, libros, marfiles, miniaturas, muebles, tapices, abanicos y todo tipo de objetos hermosos se unieron a las pinturas y dibujos. Se enamoró de la espada del conde de Tendilla que vio en una exposición. Sus dueños, de la casa de Sallent, no querían venderlo en España, por lo que en 1912, 120,000 pesetas tuvieron que pagarse a algunos comerciantes en Munich.

Todo esto formó una colección extraña, costosa y heterogénea, «cuya abundancia es dañina para el disfrute», como alguien dijo, pero muy consistente con el pomposo sabor de la época. Una de las características más características de Lázaro Galdiano fue su incontinencia apasionada de poder: poseer, atesorar, incluso por encima de la emoción estética. Como dijo una vez el marqués de Lozoya:

Parece imposible que este sea el trabajo de un solo hombre, incluso si Providence fue generoso con él en una larga vida, gustos selectos y vastos medios de fortuna.
—Marques de Lozoya

Cada coleccionista debe estar informado sobre el objeto de sus colecciones. Aunque Lázaro tenía cierta reputación como se entiende en el extranjero, especialmente en los Estados Unidos y Francia, donde fue elegido presidente del XXIII Congreso Internacional de Historia del Arte en París (1921), su mérito intelectual como autoridad en el arte y las antigüedades no era del todo reconocido entre el personal institucional, político y académico español. El control de los asuntos del patrimonio histórico-artístico estaba en manos de la aristocracia ociosa, el alto clero y el terrateniente deferente, poseedor de las granjas y monumentos, que no estaban impresionados y lo consideraban un parvenu Recién llegado a un mundo que les pertenecía. derecho natural

Lázaro fue tentado por la política. En las elecciones parlamentarias al diputado de los tribunales de marzo de 1914, se presentó para Madrid (Chamberí) con los liberales-romanistas con la coalición monárquica, sin obtener un asiento. Más tarde reemplazó efímeramente a Manuel Ruiz Valarino como diputado por Orihuela (Alicante) en 1919. Entre 1912 y 1818 fue un miembro muy activo de la Junta de Síndicos del Museo del Prado, donde realizó una importante actividad. Debido a desacuerdos con algunos de sus miembros debido a su incuria, dejó de asistir a sus reuniones, presentó su renuncia y lo dejó en 1920.

Protector de arte
Su figura también se destaca entre los columnistas que defienden el patrimonio artístico español, centrando su actividad en la recuperación de obras que habían salido de nuestras fronteras y oponiéndose firmemente al saqueo mercantilista del arte. Desde 1924, ha sido miembro del Ateneo de Madrid (aunque no fue incluido en las comisiones de arte). En cambio, no pertenecía a la elitista Sociedad Española de Amigos del Arte, que editó una revista trimestral llamada Spanish Art Magazine. Siempre autosuficiente, entre 1925 y 1928 Lázaro publicó solo ocho obras de erudición. Sin crédito universitario, su solicitud de ingresar a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando no fue aceptada, el Conde de Romanones, entonces presidente de la Academia, y el presidente del Consejo de Ministros respondieron:

Pero usted, Don José, ¿para qué quiere ser académico?

La casa de los señores de Lázaro alcanzó un perfil único como punto de referencia en el elegante Madrid, pero el cuidado familiar de Paula Florido provocó el cierre definitivo de los pasillos y la desaparición de las columnas «mundanas» de la prensa conservadora. Primero fue la muerte de su primera nieta Laura y el posterior divorcio de su hijo mayor en 1914, luego la muerte en la juventud de su hijo Rodolfo Gache, en 1916, cuando ya había mostrado signos de sus pasatiempos artísticos y literarios educados y finalmente , la desaparición temprana de su hermana Manolita Barros Vázquez en 1919.

En 1929, Paula Florido de Lázaro testificó en Madrid al designar a su único hijo sobreviviente, Juan Francisco Ibarra 62 y su nieto Néstor de Ibarra Saubidet como heredero universal. Su esposo José legó la casa Parque Florido con todo su contenido:

Residir en él con la dignidad, libertad y comodidad que ha tenido durante su feliz matrimonio, disfrutando de la cantidad de objetos que existen en esa casa y en la casa misma, todo lo que corresponde al testador en dichos objetos y obras de arte legados.

La colección
La Colección es la unión de las tres colecciones que Lázaro reunió durante más de sesenta años dedicadas con determinación y entusiasmo a la búsqueda de obras artísticas para formar una Colección de colecciones de más de 12,600 piezas que el Museo ha estado guardando y exhibiendo desde 1951.

La colección madrileña
A ella pertenecen las obras adquiridas por Lázaro desde su juventud en Barcelona hasta 1936, como las pinturas, dibujos y obra gráfica de Goya, Murillo, Velázquez, El Greco o El Bosco, la colección de primitivos españoles y flamencos, entre los cuales mesas de Blasco de Grañén, el maestro de Ávila, Benson o Isenbrandt, sin olvidar la magnífica mesa lombarda del Salvador adolescente, la espada del segundo conde de Tendilla o la escultura monumental de Cristo atada a la columna, del escultor florentino Miguel Ángel Naccherino .

La coleccion de Paris
Formado durante la década de los años treinta, aunque las compras se acentuaron a partir de 1936, año en que Lázaro se mudó a vivir a la capital francesa alternando con largas estancias en Roma, está cerrado a fines de 1939. Está compuesto por pinturas, piezas de muebles, libros y objetos artísticos entre los que destaca el conjunto de cerámicas italianas, algunos pequeños bronces, medallas, armas de fuego o esmaltes. Entre las pinturas importantes adquiridas por Lázaro en esos años se encuentra el retrato de una joven atribuida a Sofonisba Anguissola, el San Lorenzo de Bernardo Cavallino o el retrato de Juan III de Portugal pintado por Antonio Moro.

La colección de Nueva York
Lázaro llegó a Nueva York en diciembre de 1939 y permanecerá allí hasta mediados de 1944. En este corto período de tiempo formó una colección de más de mil obras, principalmente de objetos artísticos que trasladó a Madrid en enero de 1947. La Copa le pertenece al cardenal Ippolito Aldobrandini o Madonna Cernazai, de la Colección Hearst.

En resumen, en la Colección Lázaro, coexisten importantes piezas de la historia de la pintura y la escultura, con importantes objetos artísticos que acentúan la variedad de suntuosas artes, joyas, textiles, platería, arqueología, muebles, numismática, marfil … uno de los Grandes valores de la colección.

Museo Lázaro Galdiano
El Museo Lázaro Galdiano, en Madrid (España), es un museo estatal de origen privado, que alberga una colección amplia y heterogénea, formada con interés enciclopédico hacia todas las artes y técnicas. Este conjunto excepcional, que consta de más de 12,600 piezas, fue reunido por el coleccionista y editor José Lázaro Galdiano, quien cuando murió en 1947 lo legó al Estado español junto con su residencia en Madrid, la sede de su editorial Modern Spain y un biblioteca de 20,000 volúmenes

En exhibición en el Museo Lázaro Galdiano hay una gran parte de la colección privada de José Lázaro Galdiano legado al Estado español. La Fundación Lázaro Galdiano fue establecida por el gobierno en 1948. Además de administrar la dirección del museo, la Fundación administra una biblioteca importante, un archivo, una sala de estudio que contiene grabados y dibujos y también edita la prestigiosa revista de arte «Goya».

La colección de arte incluye una excelente galería de imágenes, que es esencial para la historia del arte español y dentro de la cual se destaca la obra de Francisco de Goya. También se incluyen importantes pinturas europeas que se complementan con esculturas y artes decorativas, que datan del siglo VI a. C. hasta la primera mitad del siglo XX.

La exhibición conceptual en la planta baja ofrece la clave para comprender la colección, sus orígenes y su importancia en la historia del arte, y lo que es más, para dar un paseo estético entre sus piezas más atractivas. El primer piso está dedicado al arte español, el segundo piso a las escuelas europeas. En el tercer piso, se ha instalado una galería de estudio, que contiene la mayoría de las piezas de la colección, que consta de unos trece mil objetos.