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Pedro Figari

Pedro Figari Solari (Montevideo, 29 de junio de 1861 – 24 de julio de 1938) fue un pintor, abogado, escritor y periodista uruguayo. Una de las figuras más destacadas de la pintura latinoamericana, caracterizada por su propio estilo y su voluntad americanista. Aunque no comenzó la práctica hasta sus últimos años, es mejor conocido como un pintor modernista temprano que enfatizó capturar los aspectos cotidianos de la vida en su trabajo. En la mayoría de sus obras, intenta capturar la esencia de su hogar pintando costumbres locales que había observado en su infancia.

Figari pintó durante un período en el que los miembros de la comunidad artística en América del Sur estaban en el proceso de luchar por encontrar su propio estilo personal. Principalmente, querían separar su estilo de los europeos. Figari es señalado como uno de los primeros pintores a virar lejos de este estilo europeo típico y en lugar de otro crear algo original y nuevo. Consideró que la civilización europea había supuesto la pérdida de una vida armoniosa y sencilla, mientras que Estados Unidos ofrecía la posibilidad de regresar a los orígenes, rechazando la idea de pintar cuestiones determinadas mecánicamente, enfatizando la energía y la vida.

Hijo de Juan Figari de Lázaro y Paula Solari, ambos inmigrantes italianos, Pedro Figari manifestó desde joven inclinaciones artísticas que postergó por sus estudios y actividades profesionales.

En 1885 se recibió de Doctor en Jurisprudencia en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de la República. Se publicó su tesis de grado, Ley Agraria.

Al año siguiente se casó con María de Castro Caravia y viajó por primera vez a Europa. En 1887 nació su primera hija, Isabel, que fallece a poco tiempo de nacer y luego vendrán María Elena, Mercedes, María Margarita, María Delia, Juan Carlos, María Isabel, Emma y Pedro. A los 29 años asistió a clases de pintura con el maestro italiano Goffredo Sommavilla, pero no fue hasta 1918 que dio rienda a su vocación pictórica.

En 1915 asumió como director de la Escuela de Artes y Oficios, donde propuso nuevos talleres en régimen mixto, orientados a capacitar no solo en la técnica de los oficios sino a vincular la industria y el arte con una identidad americana, fomentando “la mentalidad nacional con criterio propio”. Su destacada labor como abogado, político, periodista, escritor, pedagogo y humanista hacen imposible disociar el contenido y la riqueza de sus pinturas de las demás facetas que nutrieron su acción y pensamiento.

Tuvo una intensa actividad pública, en 1889 fue designado Defensor de los Pobres en lo Civil y lo Criminal, cargo que ocuparía hasta 1897.

En 1895 emprendió la defensa del alférez Enrique Almeida, acusado falsamente de un asesinato cometido en la esquina de las calles Chaná y Arenal Grande. La causa le insumió cuatro años de trabajo, pero develó finalmente la inocencia de Almeida. En 1896 publicó Causa célebre. El crimen de la calle Chaná, vindicación del Alférez Enrique Almeida, donde dejó al descubierto los intereses de la prensa obstinada en inculpar a Almeida.

En 1897 fue electo diputado del Partido Colorado por el departamento de Rocha y en 1900 y 1902 por Lavalleja. En esos años presentó un proyecto de ley para la creación de una escuela de Bellas Artes, se desempeñó como Consejero de Estado, fue nombrado abogado asesor del Departamento Nacional de Ingenieros, integró del Consejo Penitenciario y presidió el Ateneo de Montevideo, desde donde impulsó proyectos culturales.

Durante la Revolución de 1904 fue nombrado Presidente de la Junta Central de Auxilios creada por José Batlle y Ordóñez para proveer asistencia médica a los heridos luego de las batallas.

En 1927 el Ministerio de Relaciones Exteriores lo nombró miembro de la misión especial ante el Rey Jorge V de Inglaterra con el rango de Ministro Plenipotenciario, poco después recibió la Orden del Imperio Británico en el Palacio de Buckingham.

En 1893 comenzó su actividad periodística fundando y co-dirigiendo el diario liberal colorado El Deber. En 1905 publicó en el diario El Siglo veintidós artículos que fueron definitorios para la abolición de la pena de muerte en Uruguay en 1907. Entre 1910 y 1911 publicó en el diario La Razón diecinueve artículos bajo el título “El momento político”.

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Figari utilizó la prensa para dar a conocer y exponer públicamente su punto de vista sobre temas políticos, de educación y arte.

En 1912 publicó en Montevideo su ensayo filosófico a tres tomos Arte, estética, ideal que le insumió dos años de dedicación casi total, el mismo fue traducido al francés por Charles Lesca, publicado en París en 1920 con prólogo de Henri Delacroix y reeditado en 1926 prologado por Désiré Roustan.

Siendo director de la Escuela de Artes y Oficios, publicó su Plan General de la Enseñanza Industrial y escribió junto con su hijo el arquitecto Juan Carlos Figari Educación Integral.

En 1928, luego del prematuro fallecimiento de su hijo Juan Carlos, publicó el ensayo poético con acotaciones gráficas El Arquitecto, escribió una serie de cuentos y la novela utópica Historia Kiria que fue publicada en 1930 en París.

La tradición filosófica de Figari, contrarío a lo que se suele pensar, no es para nada efímera, y desde luego no solo parte de su tradición pictórica, pues, al igual que el romanticismo alemán, de quien Figari es deudor, trata de expresar ideas de suma complejidad relacionadas el sentido de la existencia, de la vida, e incluso de lo que por arte se puede entender, a través de la concepción estética, es por ello preciso, recordar lo que Arturo Ardao dice respecto a la necesaria separación conceptual entre el esteta, el pintor y el filósofo que en Figari convivían.

Al asumir como director de la Escuela de Artes y Oficios en 1915, Figari impulsó un ambicioso y moderno proyecto educativo. Creó nuevos talleres, cambió el régimen de internado por uno externo, incorporó talleres mixtos, eliminó los castigos, optimizó los recursos y, en poco más de un año, logró duplicar la población escolar. Para Figari no era suficiente con enseñar una técnica u oficio, buscaba una formación integral que desarrollara la personalidad y vocación de los estudiantes, vinculando equilibradamente la actividad manual con la intelectual, utilizando procedimientos experimentales, despertando la capacidad de observación y fomentando la creatividad productiva con una estética americanista.11 En un Uruguay que no estaba listo para su visión vanguardista,12 Figari se vio enfrentado a fuertes intereses políticos y económicos que desaprobaban su proyecto y en 1917 presentó su renuncia. Su cargo al frente de la Escuela fue entonces desempeñado por el pintor y caricaturista Hermenegildo Sábat Lleó.

Fue recién a partir de 1918, luego del fracaso de su proyecto educativo y de separarse de su esposa, que decide dedicarse a la pintura. Tenía casi 60 años y unos pocos apuntes al óleo, retratos y acuarelas realizados en los ratos libres de su juventud. En poco tiempo afianzó su vocación artística y en 1921 partió con cinco de sus hijos a Buenos Aires para dedicarse exclusivamente a pintar. Encontró en Buenos Aires el ambiente propicio y el estímulo para desarrollar sus temas. Se vinculó al círculo de intelectuales que trabajaban en la revista porteña Martín Fierro, que le brindaron un apoyo incondicional. Entre otras personalidades del ambiente trabó amistad con Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Raúl Monsegur, Manuel Güiraldes y Ricardo Güiraldes. En 1921 realizó su primera exposición en la Galería Müller junto con su hijo Juan Carlos Figari Castro. En 1925 se trasladaron a París, expuso en la Galería Druet y pronto comenzó el reconocimiento que lo consagrara como uno de los más importantes pintores del Río de la Plata. En su taller de París lo visitaron los más ilustres artistas e intelectuales del momento, como los escritores Jules Supervielle, Paul Valéry, James Joyce, Jules Romains, Alejo Carpentier y los pintores Pierre Bonnard, Édouard Vuillard, Pablo Picasso, Joaquín Torres García, Ignacio Zuloaga y Fernand Léger.

Pintó escenas que recrean el pasado histórico y social, buscando rescatar la memoria del terruño y afianzar la identidad regional y americana. Sus cartones se poblaron de negros candomberos, pericones, cielitos, gauchos, pampas, ombúes, patios coloniales, bailes de salón, entierros, corridas de toros, jugadores de bochas. Con su pincelada resuelta, llena de vitalidad, renacen las tradiciones criollas y toma color la memoria colectiva rioplatense. Como pintor intuitivo, retomó ciertas conquistas formales del impresionismo para transformarlas en un estilo personal e irrepetible, del que no se reconocen otras influencias.

En 1933 regresó a Montevideo con una enorme producción pictórica. En 1938 realizó su última exposición en Buenos Aires y pocos días después falleció en Montevideo. Sus restos descansan en el Cementerio Central.

Figari pintó principalmente de la memoria, una técnica que da a su trabajo un sentimiento mucho más personal. Con su estilo único, que involucraba la pintura sin la intención de crear una ilusión, él, junto con otros destacados artistas latinoamericanos como Diego Rivera y Tarsila do Amaral, desencadenó una revolución de identidad en el mundo artístico de América Latina.

Durante sus viajes por Europa, Pedro Figari fue expuesto a una gran parte del arte post-impresionista. Sus propias pinturas mostraban rasgos modernistas tempranos, pues tenían un énfasis en la planicidad y la superficie del lienzo. La pintura modernista rechazó la idea de crear una ilusión en el lienzo. En lugar de centrarse en la forma y técnica de la obra, los pintores modernistas llamaron la atención sobre el contenido. Algo así, las pinturas de Figari resaltaron los materiales que se utilizaron. No pintó con la intención de retratar un tema de manera realista; Pintó para capturar las ideas un sentimiento detrás de una pieza, y lo hizo usando ciertos pinceladas que fueron determinadas por lo que era apropiado para la parte de la pieza que estaba pintando. Aunque algo en su obra puede ser académicamente considerado mal dibujado, es más a menudo que no mucho más expresivo que las pinturas más precisas de los antiguos maestros.

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