Museo de Bellas Artes de Sevilla, España

El Museo de Bellas Artes de Sevilla o el Museo de Bellas Artes de Sevilla es un museo de Sevilla, España. El Museo de Bellas Artes de Sevilla fue instituido en septiembre de 1835 e inaugurado oficialmente en 1841. Actualmente es considerado una de las galerías de arte más importantes de España. Se trata principalmente de la colección de artes visuales españolas de la época medieval a principios del siglo XX, incluyendo una selección de obras de artistas de la llamada Edad de Oro de la pintura sevillana del siglo XVII, como Murillo, Zurbarán, Francisco de Herrera el más joven , Y Valdés Leal.

El edificio fue construido en 1594, pero el museo fue fundado en 1839, después de la desamortización o encofrado de monasterios y conventos religiosos, recogiendo obras de toda la ciudad y la región. El edificio en que se aloja fue originalmente el convento de la Orden de la Merced Calzada de la Asunción, fundada por San Pedro Nolasco durante el reinado del rey Fernando III de Castilla. La remodelación extensa a principios del siglo XVII fue dirigida por el arquitecto Juan de Oviedo y de la Bandera.

El Museo de Bellas Artes de Sevilla fue establecido como «Museo de la exposición de pinturas», mediante Real Decreto de 16 de septiembre de 1835, con objetos de conventos y monasterios incautados por el gobierno liberal presidido por Mendizábal. Está situado en la Plaza del Museo, en el lugar del antiguo Convento de la Merced Calzada fundado en tierras trasladadas por Fernando III tras conquistar Sevilla.

Se encuentra en la plaza del Museo de Sevilla, que cuenta con una estatua de bronce del pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo. De esta estatua existe una réplica exacta en frente del Museo del Prado de Madrid, cerca del Jardín Botánico. Ambas son obra del escultor madrileño Sabino de Medina.

Desde su habilitación como museo ha sido modificado estructuralmente en tres ocasiones: en primer lugar, entre 1868 y 1898 en que se restauraron las arquerías y muros del piso primero, el solado de los claustros y alicatado con azulejos de otros conventos desamortizados; por segunda vez se retocó entre 1942 y 1945. En esta ocasión se actuó sobre la antigua sacristía, que pasó a convertirse en el patio de las Conchas y sobre la fachada principal, que cambió de lugar, cerrándose la portada barroca por la que se accedía anteriormente. La tercera vez que sufrió una modificación fue entre 1985 y 1993, en que se rehabilitó en su totalidad y acondicionó realmente para que sirviera como museo, rigiéndose por las exigencias existentes para ello.

La fachada principal se presenta frente a la plaza del Museo, su portada, es la primitiva del convento, que estaba colocada en el extremo contrario del edificio, entre la Calle Cepeda y la Calle Bailén, y fue diseñada por Miguel de Quintana en 1729, presenta arco de medio punto con un par de columnas paredas a cada lado, que descansan sobre pedestales. Sobre la misma se abre una gran hornacina en cuyo interior se encuentran las figuras de la Virgen de la Merced, San Pedro Nolasco, fundador de la Orden y el rey Jaime I de Aragón, su protector. A ambos lados la flanquean dos columnas salomónicas, y sobre ella se encuentra a modo de remate un frontón en cuyo centro se sitúa el escudo de la Orden de la Merced.

La estructura actual del edificio se corresponde con la reforma llevada a cabo a partir de 1602 por Juan de Oviedo. El edificio se estructura alrededor de tres patios comunicados por una gran escalera y la iglesia, situada en uno de los extremos del convento. El vestíbulo se encuentra decorado con azulejería procedente de diversos conventos sevillanos.

La iglesia fue construida entre 1603 y 1612, proyectada por Juan de Oviedo. La nave tiene forma de cruz latina, con bóveda de cañón y bóveda semiesférica sobre el crucero. La portada se encuentra en el lado izquierdo, está atribuida a José Álvarez, y fue ejecutada en el último tercio del siglo XVIII.

El origen de la colección comenzó con obras procedentes de conventos y monasterios desamortizados, razón por la cual el grueso de obras estaba formado por pintura religiosa, mayormente barroca sevillana. La desamortización promovida por el gobierno liberal de gaditano Juan de Dios Álvarez Mendizábal, quien decretó la supresión de las órdenes religiosas y la desamortización de sus bienes. El propósito de los decretos desamortizadores del 19 de febrero y 8 de marzo de 1836, que constituyeron la llamada Desamortización de Mendizábal, fue también que las propiedades improductivas y en poder de la iglesia y las órdenes religiosas, pasaran a una clase media o burguesía que realmente enriqueciera al país.

Entre 1854 y 1855 una comisión de miembros de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría valoró los fondos artísticos procedentes de las órdenes religiosas suprimidas por el gobierno de Mendizábal, y dejaron reducidos en aquella primera criba a 435 pinturas y 15 esculturas válidas para el Museo, mientras que un total de 357 cuadros restantes fueron calificados como de “desecho e impropios para un Museo por su ningún mérito artístico”.

El misterio envolvió las primeras décadas del Museo y también una compleja red de intencionalidades contrapuestas, en el mejor de los supuestos, interesadas en otros muchos. Lo cierto es que en un mercado implacable y la complicidad de determinadas personas habían acabado, en su raíz, con lo que podía haber sido la más fabulosa colección de pintura barroca española. Félix González de León en Noticias Artísticas de Sevilla sin recato menciona las muchas obras que “se han perdido o extraviado de las que hubo en os edificios públicos”, llegando a ofrecernos reseñas sobre los autores de las pinturas y los lugares donde se encontraban.

Afortunadamente, a partir de la década de 1920 las donaciones de particulares fueron abundantes.

En 1921 Lucy Monty, viuda de José Villegas Cordero, hizo entrega al Museo de la importante colección de lienzos y dibujos realizados por su esposo. En 1928 Rafael González Abreu realizó la cuantiosa, completa e irregular colección de arte. En 1931, la viuda de don José Gestoso realizó una generosa donación al Museo. En 1944 Andrés Siravegne Jiménez y su esposa Caridad Lomelino Recio donaron una generosa colección de sesenta y dos obras del pintor Antonio María Esquivel, ocho cuadros más del pintor José Gutiérrez de la Vega, y por último, una colección de muebles isabelinos.

En 1945, doña Candelaria de Alvear, viuda de Andrés Parladé, Conde de Aguiar hizo entrega de un importante número de obras del pintor, junto con diversos objetos que formaban su colección particular compuestas de pinturas, armas, cerámica, tejidos y mobiliario; en esas fechas, cada cual tuvo dedicada una sala, pasando el museo a denominarse “casa-museo”.

Son otras muchas los legados encomendados al Museo de Bellas artes procedentes de las familias, Cámara, Cortés Soto, Ybarra Llorente, Moreno Larrazabal, Vda. Marquesa de Larios, Condesa de Gálvez Vda. del ministro Luis Alarcón de la Lastra, Jaime de Mora y Aragón. Familia de los artistas Gonzalo de Bilbao, José Arpa y Alfonso Grosso; donaciones del legado artístico de Virginia Harrison viuda de Zayas, Angulo, Villacieros con trece obras o la de Sánchez-Ramos con ocho lienzos entre ellos el niño de la espina de Zurbarán y un amplio etc.

Ya en los años 1970, se normalizó el contenido del museo, al igual que en todos los museos nacionales, reduciéndose su contenido y depurándose la presentación de la colección que iba a ser permanente.

En las últimas décadas se ha incrementado la colección por las adquisiciones públicas de la Administración andaluza y las donaciones efectuadas por descendientes de artistas de primeros del siglo XX.

La carencia más lamentada del Museo de Bellas Artes es el insuficiente repertorio de cuadros de Diego Velázquez; que desarrolló la mayor parte de su carrera en Madrid, hallándose casi todos los cuadros de su etapa juvenil sevillana en museos extranjeros. Durante muchos años el museo tuvo el cuadro Imposición de la casulla a San Ildefonso, de Velázquez, en su colección, pero al ser propiedad municipal, fue reclamado por el Ayuntamiento y estuvo expuesto en el salón de plenos de la Casa Consistorial. Posteriormente, el alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín ordenó trasladar el cuadro al Alcázar de Sevilla y en 2007 inició los trámites para que fuera cedido nuevamente al Museo de Bellas Artes. Sin embargo, el 4 de julio de ese año la fundación Focus-Abengoa adquiere en subasta el cuadro de Velázquez dedicado a Santa Rufina, pasando esta adquisición y el cuadro Imposición de la casulla a San Ildefonso a una sala de la fundación Focus-Abengoa en el barrio Santa Cruz de Sevilla. En el Bellas Artes se conserva, del mismo autor, el Retrato de Cristóbal Suárez de Ribera y una Cabeza de apóstol cedida por el Museo del Prado.

Del siglo XVI se encuentran pinturas de Lucas Cranach el Viejo, El Greco (Retrato de su hijo Jorge Manuel) y Marten de Vos, así como un famoso San Jerónimo del florentino Pietro Torrigiano.

Destaca la colección de pintura sevillana del siglo XVII, de la que se pueden contemplar obras de los más representativos pintores españoles como Murillo, el ya citado Velázquez, Zurbarán, Juan de Valdés Leal o Lucas Valdés.

Del siglo XIX y XX son señalables Gonzalo Bilbao, Valeriano Bécquer y Eugenio Hermoso. De Gonzalo de Bilbao puede reseñarse el retrato del rey Alfonso XIII, donde aparece con el uniforme de la Maestranza de Caballería de la ciudad y con la Torre del Oro al fondo, lo que muestra su vinculación con la capital hispalense.