Calella, Área Metropolitana de Barcelona, ​​Cataluña, España

Calella es un pueblo de la comarca del Maresme. Es conocida como la capital turística de la Costa del Maresme y se caracteriza por ser una ciudad cosmopolita y alegre con un clima típico mediterráneo. Calella es una ciudad con casi 700 años de historia. Ha sido y sigue siendo hoy una ciudad abierta al mar y a la montaña, celosa de su historia, de un pasado rico en hechos y siempre abierta a la catalanidad, que se ha convertido, a lo largo de los años, en una comunidad. receptor de recién llegados de muchos países, culturalmente diferentes, pero con una gran riqueza personal y colectiva. A 50 km de Barcelona y Girona, su situación geográfica, así como las vías de comunicación, se convierten en un factor clave para realizar todo tipo de excursiones y actividades. Este hecho lo convierte en un destino turístico ideal.

La configuración de su tejido urbano, con una gran zona peatonal y comercial —así como la disposición de 15 plazas, agradables espacios verdes y una gran oferta de alojamiento, hacen de Calella uno de los destinos turísticos más importantes del país. Una oferta de casi tres kilómetros de playa y más de 180.000 m2 de limpia arena dorada, aguas intensamente azules y espacios naturales -como el Parc Dalmau, Passeig de Manel Puigvert, Passeig de Garbí, El Far o Les Torretes-, hacen Calella una ciudad dinámica, moderna y acogedora, que permite al visitante disfrutar de un destino con singularidad.

Desde hace unos años se pone en marcha un ambicioso proceso: convertirse en una ciudad de referencia en turismo deportivo, sanitario, cultural y familiar. El claro compromiso de la población con el deporte y la cultura se demuestra en un amplio abanico de actividades deportivas, culturales, artísticas, lúdicas y familiares impulsadas por el Ayuntamiento, así como en la amplia variedad de equipamientos y disciplinas. deportes que se pueden practicar en la ciudad.

Desde enero de 2016, Calella cuenta con el Museo del Turismo, una propuesta museística única en el mundo que pretende mostrar de forma atractiva, didáctica y participativa, la historia del turismo y sus efectos socioculturales y económicos a nivel mundial. La ciudad de Calella recibe aproximadamente 250.000 turistas al año, procedentes de Europa, principalmente británicos y alemanes.

Historia
A partir del siglo I a.C., el progresivo proceso de romanización dio lugar a numerosas villas en las zonas bajas de la costa, conectadas por la calzada romana que conducía a Barcino. Se trataba de mansiones agrícolas dedicadas a la producción de trigo, aceite o vino. En Calella, en el sector hospitalario se han excavado los restos de una villa romana que podría estar fechada entre los siglos I y I d.C.

Aparte de esto, no hay otra referencia histórica destacable del término a lo largo del primer milenio de nuestra era. Tras la ocupación árabe, a partir del siglo IX, el término formó parte de una extensa demarcación que iba desde Caldetes hasta Tordera. A partir del siglo XI se documenta la existencia del barrio de Capaspre, integrado en la parroquia de Pineda, bajo la dependencia señorial del castillo de Montpalau. Constaba de un reducido número de masías situadas en la parte superior del arroyo, con una torre de defensa y un par de capillas, dedicadas a Sant Quirze y Sant Elm.

El topónimo de Calella está documentado desde principios del siglo XII. A partir de entonces, lejos del peligro sarraceno, algunos vecinos de Capaspre construyeron las primeras casas de pescadores cerca de la desembocadura del arroyo.

Hay dos fechas clave que condicionan el nacimiento del núcleo agrupado de Calella. La primera es en 1327, cuando el rey concedió el privilegio de realizar un mercado semanal; y el otro en 1338, cuando el vizconde Bernat II de Cabrera, señor de Montpalau, otorgó una carta de asentamiento y franquicias a los habitantes de «todos los pueblos del lugar de Calella», para lo cual estableció una personalidad colectiva bajo el nombre de ‘Universidad de Calella en el municipio de Montpalau. Este documento marca los límites de la población (desde la actual calle de Romaní hasta el arroyo y desde el mar hasta el monte Roser). Los privilegios de la carta poblacional, reafirmada por los Cabrera en 1429, y el desarrollo de la pesca, favorecieron el crecimiento poblacional y urbanístico. Desde 1400 el alcalde de Montpalau residió en la ciudad,

La edad moderna
Según el censo de 1497, la localidad de Calella contaba con 35 viviendas habitadas, más 9 viviendas en los barrios de Capaspre y Vallderoure. Durante el siglo XVI, la villa formó su tejido urbano centrado en la Plaza, donde se realizaba el mercado, y las calles de la Iglesia, Jovara, de Mar (Bartrina), Batlle y La Clota, también conocido como el barrio de ‘en Salvador, por la gran cantidad de solares que allí poseía esta familia.

De esa época se conservan varias casas, muchas de ellas fortificadas por el peligro que suponían las incursiones de los corsarios turcos y berberiscos. En 1525, el Papa autorizó la creación de la parroquia de Calella, independiente de Pineda, y tres años después se iniciaron las obras de la iglesia parroquial. Durante la construcción, los habitantes de Calella recibieron los sacramentos en la ermita de Sant Elm, dedicada desde el siglo XIX a Sant Quirze y Santa Julita. En 1564 se consagra la nueva iglesia y en 1599 los Cabreras otorgan nuevos privilegios al establecer la organización definitiva del consejo municipal, representado por jurados y concejales, renovables anualmente, y dividiendo a los habitantes en tres clases: acomodados, artesanos y jornaleros.

Tras un largo período de estancamiento debido a las guerras y epidemias que asolaron el país durante el siglo XVII, a partir de 1714, tras el fin de la Guerra de Sucesión española, la localidad inició un continuo proceso de crecimiento y dinamismo económico, pasando de 768 habitantes en 1718 a 2.637 en 1787. Al mismo tiempo, las actividades agrícolas y pesqueras tradicionales se expandieron con la construcción de barcos y la producción de encajes o rands. El último tercio del siglo, gracias a la liberalización del comercio con las colonias americanas, fue la época dorada del comercio exterior, que contribuyó decisivamente al desarrollo industrial de toda la región. La emigración a nuevos mercados y el enriquecimiento de muchos comerciantes -los estadounidenses- favorecieron, con su regreso muchos años después, el desarrollo económico de la localidad.

Según el viajero Francisco de Zamora, que visitó la región en 1790, Calella contaba con unas 550 casas, una flota de 5 embarcaciones de cuatro toneladas y 60 embarcaciones de pesca; había 370 hombres inscritos como marineros y la confección de cordones empleaba a casi mil mujeres. La industria tradicional de prendas de punto también se desarrolló en ese momento. En 1767 había llegado el primer telar y en 1790 ya eran más de 200, dedicados a la fabricación de calcetines de seda y algodón.

Hacia mediados del siglo XVIII la iglesia se derrumbó, poco después se reconstruyó y se amplió a partir de 1785. A finales de siglo, se habían agregado muchas calles nuevas al núcleo original, mientras que los principales ejes de desarrollo eran la calle Church y la calle Jovara. .

Contemporáneo
A pesar de las guerras y revoluciones, la actividad industrial (textil) y el comercio transatlántico mantuvieron su producción. A partir de 1854 se inició la construcción de grandes embarcaciones y barcos de pesca. El 1 de agosto de 1861, el tren llegó oficialmente a Calella, aunque tenía parada temporal desde 1859. La población inició un período de crecimiento de 3500 habitantes en 1860 a 4316 en 1900. La causa de este crecimiento fue la instalación de las primeras fábricas de vapor, que contrarrestaron el trastorno del comercio marítimo provocado por la pérdida de las colonias.

Las primeras décadas del siglo XX fueron una época de esplendor para la industria de Calella, truncada por la guerra civil. El declive del sector textil fue de la mano del espectacular desarrollo del turismo, especialmente a partir de los años sesenta. Este proceso se refleja claramente en la demografía: fuerte crecimiento entre 1900 y 1930, estancamiento entre 1930 y 1960 y crecimiento espectacular durante las décadas de 1960 y 1970.

En los años setenta y hasta mediados de los noventa, era un destino turístico muy importante para el turismo centroeuropeo (alemán, holandés, danés, inglés, francés), por lo que se la conocía popularmente como Calella dels Alemanys, ya que su población se triplicó durante el temporada alta turística (que coincide con el final de la primavera, el verano y el comienzo del otoño). Actualmente, la variedad del turismo se ha expandido, recibiendo visitantes de prácticamente todos los países de Europa.

Economía
El comercio es un factor económico muy importante en Calella. Sus calles más céntricas conforman un gran centro comercial con una oferta muy variada y un rico comercio mixto con más de 1000 comercios y servicios. El atractivo de este centro comercial radica en la combinación de la modernidad de la mayoría de sus tiendas con establecimientos más tradicionales y originales. Destacan tiendas centenarias, locales, comercios de alta calidad y establecimientos con marcas de reconocido prestigio, todo lo cual genera un dinamismo económico muy importante para el municipio. Calella también cuenta con el mercado municipal, abierto de martes a sábado, y un mercado semanal que se celebra los sábados, justo enfrente del mercado municipal. Queda un sector agrícola dedicado a las fresas. Destaca la Asociación de Empresas Mayoristas y Cosechadoras de Frutas y Hortalizas (UMAC).

Los sectores que destacan con más establecimientos son los de complementos para la persona, servicios, alimentación y catering, con una gran oferta gastronómica. Los comerciantes de Calella participan de forma muy activa en la dinámica agenda de actividades y eventos del municipio. Las actividades de dinamización comercial más destacadas son La Botiga al Carrer, Calella está de moda, la Feria de Navidad, actividades infantiles y música callejera, entre otras.

Turismo
El sector servicios y en concreto el turismo es claramente el motor de la economía del municipio.Calella es un destino turístico desde que los primeros turistas descubrieron la ciudad, cuando los calellanses vivían de la pesca y el campo, primero, y de la industria textil, luego. A lo largo de los años, el turismo se ha convertido en el motor de la economía de la ciudad. A los elementos naturales como el sol y la playa se han sumado atractivos como el turismo deportivo, que es aquel en el que el motivo principal del viaje es la práctica de algún tipo de deporte o actividad física y la visita de la ciudad por presenciar ‘in situ’ una competición o un evento deportivo, turismo familiar y turismo culturall.

En los últimos años, el Ayuntamiento de Calella ha apostado por la organización de eventos deportivos y culturales con dimensión internacional para posicionar al municipio a nivel internacional como destino de turismo familiar y deportivo. Desde 2009 Calella disfruta de la distinción de Destino Turístico Deportivo (DTE) por la promoción y comercialización de su oferta turística relacionada con la oferta polideportiva, y en 2014 la Agencia Catalana de Turismo otorgó a Calella la certificación Destino de Turismo Familiar, certificación que se otorga a destinos que cuentan con una oferta certificada de alojamiento, restauración y establecimientos de ocio y esparcimiento dirigidos a los niños.

Herencia histórica
Pese a la espectacular transformación del municipio a partir de los años sesenta, Calella conserva, en gran parte, la estructura urbana de su núcleo original y el trazado accidentado de su primera ampliación, descrito por el viajero Zamora en 1790, cuando calificó la ciudad como «la pueblo más divertido que hemos visto en nuestro viaje, por la rectitud y amplitud de sus calles, la regularidad de sus construcciones, la limpieza y limpieza de las casas y calles … ”.

Muy poco queda de la población de la zona antes del nacimiento del pueblo. Solo Mas Salvador da testimonio de la importancia de la agricultura en la economía del municipio durante muchos siglos.

La parte más interesante de la ciudad es sin duda el entorno de la Plaça de la Vila, donde se celebró el mercado que dio lugar al posterior crecimiento urbanístico a partir del siglo XIV. Cabe destacar las distintas casas góticas, que conservan en gran parte su estructura original y elementos decorativos del siglo XVI: portales abovedados, ventanas de dosel con escudos tallados y restos de matacanes defensivos. Algunos de ellos han sido cuidadosamente restaurados, mientras que otros necesitan una renovación urgente. En cualquier caso, este conjunto de edificios constituye la parte más valiosa del patrimonio arquitectónico de Calella y conviene esforzarse en reivindicar su importancia, tanto desde el punto de vista artístico como histórico.

Dentro del mismo sector se encuentra la capilla de Sant Quirze i Santa Julita, del siglo XVI, y no muy lejos se encuentra la iglesia parroquial de Santa Maria i Sant Nicolau, obra barroca del siglo XVIII que conserva los magníficos relieves de Jean de Tours, del altar del templo original del siglo XVI.

El Museo-Archivo de Calella se ubica en una casa del siglo XVII y es un buen ejemplo de la tradición y obra de varios artistas locales. De especial interés es el fondo documental conservado en el Archivo Histórico, nutrido por la aportación de diversas familias calellanas, con pergaminos que datan del siglo XI y que permiten trazar la historia de la ciudad desde sus orígenes.

Los siglos XVIII y XIX han dejado su huella en los cimientos religiosos de los capuchinos y Lestonnac y en las emblemáticas ruinas de las antiguas torres de comunicación óptica.

Y finalmente, la arquitectura del siglo XX se expresa con sus diferentes lenguajes estéticos en una serie de edificios de principios de siglo, en las obras del antiguo arquitecto municipal Jeroni Martorell, y especialmente en el enorme conjunto del antiguo Llobet. -Fábrica de Guri, parte de la cual es actualmente de titularidad municipal.

Todo ello constituye un notable conjunto patrimonial, generalmente poco conocido y divulgado, con elementos de un interés que va más allá del marco estrictamente local.

Iglesia parroquial de Santa Maria i Sant Nicolau
En 1525 Calella obtuvo del Papa Clemente VII la bula que le concedía el derecho a convertirse en parroquia independiente. La construcción del nuevo templo fue confiada al maestro de obras barcelonés Pere Suarís en 1539. Posteriormente la obra fue encomendada al constructor Antoni Mateu, pero su prematura muerte le obligó a contratar al célebre escultor y maestro de obras Jean de Tours. que murió en Calella en 1563 dejando la obra inconclusa. Finalmente, los maestros Joan Soler, de Calella, y Perris Rohat, un francés afincado en Mataró, fueron los encargados de completar el templo. La nueva iglesia fue consagrada en 1564.

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La fachada de estilo barroco de Jean de Tours consta de un retablo de piedra del siglo XVI de estilo plateresco, con las cabezas de los doce apóstoles. En el nicho se encuentra Sant Nicolau de Bari, bajo cuyo nombre, junto con el de Santa María, se consagró la parroquia.

Ermita de Sant Quirze y Santa Julita
A finales del siglo XIV Calella contaba con una capilla dedicada a Sant Elm, cerca de la playa, que fue reconvertida en parroquia en 1528, mientras se construía la nueva iglesia de Santa Maria i Sant Nicolau. En marzo de 1820, los patronos de Calella, Sant Quirze y Santa Julita, fueron acogidos en la ermita de Sant Elm debido al derrumbe de la ermita situada en el arroyo Capaspre, cambiando de nombre.

Can Galceran (can Giol)
Comenzó su construcción en 1430, se amplió en fechas posteriores mediante diversas adquisiciones de terrenos, y el conjunto puede considerarse una obra de los siglos XV y XVI. Fue la casa solariega del linaje Monet Ballester (siglo XV) y más tarde Galceran (siglo XVII). Los elementos a destacar son el portal de punta redonda, las ventanas renacentistas, el escudo parlante (un galceran, arbusto) y el matacán en la puerta principal. El esgrafiado clásico imitando sillares está muy deteriorado.

Can Salvador de Plaça
Espléndida casa con techo a dos aguas, construida en el siglo XIV. Esta casa puede considerarse como una de las primeras en formar el actual pueblo de Calella en torno al mercado. Sus elementos más destacados son su portal renacentista, la decoración de las ventanas y el matacán defensivo en la esquina de la calle Bartrina, la calle que da al mar. Actualmente es la sede de la Biblioteca Municipal.

Can Bartrina Manor
Casa de la Coma de Capaspre, con escudo en la puerta, y también del Bataller y más tarde del Prim, notarios de Barcelona. Sus elementos singulares son el portal, las ventanas, su clásico esgrafiado y la torre defensiva para proteger la fachada, con esquinas de piedra y coronada con un matacán del que solo quedan las ménsulas que lo sostenían. El conjunto, junto con la torre de defensa, se terminó en el siglo XVI.

Can Basart
Solía ​​ser la casa de la familia Pla, que estuvo vinculada a la familia Basart a principios del siglo XVIII. La casa es de estilo barroco y parte de la fachada conserva el esgrafiado con motivos geométricos.

Faro
Es uno de los símbolos más característicos de la ciudad. Se ubica en lo alto de Capaspre, en el mismo lugar donde se había levantado una antigua torre medieval. Fue inaugurado en 1859, con un farol de luz de aceite de oliva. El faro albergaba la casa del farero en la planta baja, y tanto la linterna como el edificio han sufrido varias modificaciones a lo largo del tiempo. Desde 2011 alberga el Centro de Interpretación del Faro de Calella, donde se explican las relaciones de comunicación del faro con su entorno.

Torretas
A mediados del siglo XIX, se construyeron dos torres en la cima de Capaspre, una para uso civil y otra para uso militar, destinadas a la transmisión de señales ópticas mediante el sistema de telegrafía óptica.

Obras del arquitecto Jeroni Martorell Terrats:
Parque Dalmau Amplia zona verde ubicada en el centro de la ciudad, proyectada a finales de los años 20 del siglo XX a partir de la compra de un terreno en la finca de Can Pelayo por parte del Ayuntamiento, entonces presidido por Jaume Dalmau. Es un lugar único para pasear y disfrutar de la naturaleza, con un itinerario botánico y lugares como la Font dels Lleons o el Pati de l’Ós. Anualmente alberga el Encuentro de Sardanas y varios eventos culturales y festivos. En 1937 se construyó un Refugio Antiaéreo dentro del Parque para proteger a la población de los bombardeos de la Guerra Civil.
Paseo de Manuel Puigvert Paralelo a la playa, se extiende este paseo arbolado con plataneras centenarias, que se ha convertido en uno de los iconos de la ciudad. El alcalde Manuel Puigvert (1843-1913) embelleció este entorno, transformándolo en un lugar de ocio y relaciones sociales, un espacio ideal para disfrutar de la sombra y la brisa marina de las calurosas tardes de verano. Jeroni Martorell tenía una magnífica balaustrada decorada con faroles, tazas y escalones. El Passeig acoge, entre muchas otras actividades, la Feria de Calella y Alt Maresme y el evento deportivo Ironman.
Mercado municipal Edificio de estilo novecentista construido en 1927 en la antigua Plaça de l’Hostal (o del Rei). Consta de una sola nave de 15×24 metros y porche en la fachada principal de la calle Sant Joan. Junto a ella hay una torre de agua similar a la del matadero. El mercado tenía un anexo de porches cubiertos al otro lado de la carretera, del mismo estilo, ahora desaparecido.
Antigua biblioteca Costa i Fornaguera El edificio, que sigue el estilo novecentista del mercado y el matadero, fue diseñado como un conjunto escolar y fue inaugurado en 1923, bajo la alcaldía de Narcís Baronet. Posteriormente, en 1931, se instaló la biblioteca popular en el primer piso. La planta baja se divide en dos alas alrededor de un patio central, mientras que la entrada principal a la fachada consta de un pórtico con columnas clásicas que sostienen arcos de medio punto. Actualmente es la sede de la guardería municipal El Carrilet.
Antiguo matadero municipal de construcción novecentista, contemporáneo del mercado y la biblioteca, inaugurado en 1927. Originalmente tenía construcciones anexas para los corrales, cuartos fríos o la casa del vigilante. Junto a ella también se construyó una torre de agua.

Museos

Museo de Turismo
El Museo de Turismo de Calella nace como una propuesta museística única en el mundo que pretende mostrar de forma atractiva, didáctica y participativa la historia del turismo y sus efectos socio-culturales y económicos a nivel global. La visita al Museo del Turismo (MUTUR) propone un paseo por la historia del turismo, contando desde las rutas de los primeros viajeros y exploradores hasta la actualidad del sector. Además, a través del recorrido por los diferentes espacios del MUTUR, el visitante será parte de un acercamiento emocional a todo lo que representa el viaje en cuanto al descubrimiento de nuevas formas de hacer y pensar y el enriquecimiento del viaje.

El Museu del Turisme forma parte del Patrimonio Cultural de Cataluña, destino que en 2015 recibió 16,7 millones de turistas extranjeros. El destino catalán es ya uno de los principales destinos turísticos de Europa y trabaja para ser uno de los referentes del turismo de calidad a nivel mundial. El equipamiento surge de la necesidad de crear y poner en valor el turismo y el patrimonio, consolidar un centro de referencia para la investigación y difusión del sector turístico, promover la cultura del turismo y crear un centro de actividad ciudadana, pensado y concebido con vocación de público. servicio y como centro pedagógico de referencia.

Museo-Archivo Municipal de Calella Josep Maria Codina Bagué.
Está ubicado en una casona de los siglos XVl y XVll que a lo largo de los años se ha utilizado para diversos fines. Desde 1979 es la sede del Museo-Archivo. Se trata de un museo local multidisciplinar que investiga, conserva y difunde los diferentes aspectos del patrimonio de la ciudad. Se exhiben colecciones de diversos temas, destacando, entre otros, los dedicados al pasado textil, el comercio exterior, la Galería de Arte Gallart, la Farmacia Barri y las fundas de almohada.

Centro de Interpretación del Faro.
En torno a la figura del Faro de Calella, el centro pretende explicar las relaciones de comunicación de este en su entorno desde tres puntos de vista: las comunicaciones marítimas por su funcionalidad intrínseca de orientación a los barcos, las comunicaciones terrestres a través de la telegrafía óptica que podemos contemplar en las Torretas, tocando el Faro, y la comunicación urbana, con la ciudad, a través de las campanas de la iglesia y los diversos campanarios.

Refugios antiaéreos.
En Calella, durante la Guerra Civil, se construyeron tres refugios, el Roser, el Parque y la Granja, que protegían a la población de los bombardeos aéreos. El refugio del Parque se construyó siguiendo el modelo de una mina de agua, con una galería principal visitable y tres galerías transversales. La visita al interior del refugio se complementa con paneles explicativos, museografía específica y un documental con el testimonio de los calellanses que sufrieron durante la Guerra.

Fiestas y tradiciones
Las fiestas son una de las consecuencias de ser buenos anfitriones: los que vienen a Calella quieren repetir. Año tras año nos aportan inspiración y nuevas influencias, que enriquecen la ciudad y amplían los horizontes. Son eventos culturales con un gran componente social. Gracias a la programación internacional, nos encontramos con amigos de Stuttgart, Canberra y Timbuktu cada temporada. Escuchamos sus historias y las contagiamos con nuestro espíritu alegre. El eclecticismo que caracteriza a la gente de Calella va acompañado del tipo de fiestas que nos visitan. Desde el canto coral más melódico hasta el jazz y el rock and roll, la programación es tan variada como la gente de Calella.

Encuentro de sardanas: el primer domingo de junio. Se celebra desde 1926.
Pequeña fiesta: 16 de junio, en honor a San Quirze y Santa Julita.
Festival Minerva: 23 de septiembre
Fira de Calella i l’Alt Maresme: la feria, celebrada en septiembre, pretende ser una muestra de productos y tradiciones catalanas
Fiesta de la Cerveza (Oktoberfest): intentando emular la tradición alemana, durante el mes de octubre una gran carpa acoge bandas de todas partes y ofrece una muestra culinaria de productos de ese país.
Desfile de carnaval del Alt Maresme
Semana de la salud: «For your health Link»
Feria de animales
Festival Europeo de Canto Coral
Momentos de flores
Celebracion
Festival de los gritos
Festival de Cine de Calella
Festival Noches de Verano en Calella
Festival Internacional de Folklore «Alegría»
Festival Folclórico de Calella
Feria del Renacimiento
Concurso de teatro amateur
Festival Calella Rockfest
Festival Internacional «Canta al mar»
Temporada lírica
Calella está de moda
Jornadas Internacionales del Folklore de Cataluña
Feria para la tercera edad
Juegos florales
Feria del Libro
Feria de discos
Festival de Cine de Calella

Gastronomía
En Calella, la comida es un placer además de la comida. La tradición gastronómica, que compartimos con otros pueblos de la costa mediterránea, suele ir acompañada de sus rituales. Es decir, la gente de Calella no se conforma con qué comer, pero valoramos mucho cómo se come.

Salir de tapeo es romper la semana y encontrarse entre calelaneses y recién llegados, sentado o de pie, recorriendo el paladar y las historias. Los bares son el núcleo de la vida social de Calella. Lugares para compartir descansos diarios con amigos, conocidos y saludos. En terrazas o en el bar, en la ciudad o en la playa, beber tapas es disfrutar de charlas y sonrisas en los espacios de encuentro que mejor reflejan el espíritu local.

La gente de Calella que piensa en arroz huele a mar, familia, bar y amigos. El arroz da lugar a conversaciones, arranca sonrisas y levanta copas, con vinos de la región o buenas cervezas. Su receta es tradición y formas de elaboración y cada variante trae los mejores ingredientes de la zona. Es un plato que combina mar y montaña con la esencia de la dieta mediterránea. Preludio del sueño más preciado: la siesta bajo la palmera.

Descubrir un lugar nunca está completo sin una visita a sus tabernas. Allí podrás tomar el pulso a lo largo del tiempo. El toque de la madera, las barricas de vino o los aromas de los jamones recién cortados son igual que hace cien años. En la barra, en los taburetes o en las terrazas, nuestras bodegas ofrecen una cata propia que sorprende a todos los paladares. Las horas se acortan entre paredes pintadas y jarras de vino.

El pescado es el producto predilecto de la gastronomía de Calella. Lo tenemos muy claro. Si hablamos de cocinar pescado, las recetas de las abuelas han perdurado en el tiempo y siguen siendo válidas en los paladares. Los invitados de honor se conocen desde hace mucho tiempo: el gallo de San Pedro, el besugo, el besugo, la lubina o el bacalao. Y si hablamos de bastina nos viene a la mente el alioli negado. Como plato imprescindible, sin embargo, sonsos y gambas a la plancha maridadas con una casa blanca cortesía de nuestros vecinos de Alella. Claro que sí.

En Calella, ni las bicicletas ni las terrazas son solo para el verano. Durante más de 300 días al año el sol brilla en uno de nuestros momentos favoritos. El vermut para el almuerzo, quizás una de las características más distintivas de nuestro estilo de vida, es tan simple como reconfortante. Un aperitivo que, en una calle, en una plaza o en la playa, siempre busca un denominador común: sol, sol y sol. Para los que prefieren la caña, el ritual es el mismo: buscar un rincón para disfrutar del descanso que abre el apetito para la comida principal.

Calella es una tierra de paso que, muy a menudo, se vuelve acogedora. Recién llegados de todo el mundo han establecido su residencia en Calella y, con ellos, nuevos sabores se han extendido a nuestros paladares. Del sushi al pad thai y del guacamole al vacío, hasta las propuestas más universales, como la cocina italiana o china, tenemos un viaje por el mundo gastronómico que es como viajar sin salir de Calella. Un privilegio tanto cultural como culinario.

La carne te hace pensar en brasas, personas y reuniones, en verano e invierno, al aire libre o al borde del fuego. El aroma del roble que perfuma la carne recuerda a los campos y pastores tradicionales. Entre platos y ollas se mantienen celosas las recetas que han pasado de padres a hijos: patas de cerdo a la cazuela, cordero al horno, ternera con setas, caracoles o la receta local por excelencia, chorizo ​​a la plancha con frijoles. Y todo, siempre, con pan con tomate, herencia culinaria, o un buen alioli, con mucho ajo y mucho aceite. Buen provecho.

El ambiente mediterráneo se siente cómodo con la luna. Primavera, verano, otoño o invierno, cuando cae la noche la gente de Calella hace alarde de nuestra capacidad innata para bailar. Tanto en bares y discotecas como en diferentes festivales, la oferta cubre todos los gustos. Jazz, chill-out, habaneras o rock and roll, una cosa está clara, el ritmo nunca se detiene. En verano, la música y los conjuntos van acompañados de una sensación muy especial: el roce de la arena caliente bajo los pies descalzos en la playa.

playa
Si quieres disfrutar de la tranquilidad en calas y pequeñas playas, la Platja de les Roques cuenta con un entorno privilegiado y exclusivo, rodeada de rocas se convierte en una magnífica cala de aguas transparentes donde también podrás disfrutar de un buen almuerzo a pie de arena. En pareja, solo o en grupo, si quieres tranquilidad, emociones o simplemente un momento de relax con el rompimiento de las olas en tu oído, en Calella, esta es tu playa.

Al sur del centro de la ciudad, en los veranos del Parque Natural del Montnegre y en una zona de gran belleza natural, estas pequeñas calas de aguas limpias y transparentes rodeadas de pinos y acantilados, invitan a nadar y relajarse en cualquier momento del día. Playa con calas de gran belleza natural y paisajística con cuatro calas llamadas popularmente: Rocapins, La Vinyeta, Cala d’en Pere y Roca Grossa.

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